5 ventajas de un MBA para los que buscan la segunda oportunidad en sus carreras profesionales

 

“El futuro se elige”

No es cierto que, situados en un momento de nuestra vida profesional, iniciada y desarrollada parcialmente una carrera, todo dependa de la suerte, del azar, del destino, etc..

Todo profesional inteligente tiene en su mente una serie de objetivos, aspiraciones, ilusiones que le gustaría ver realizados en algún momento de su vida.

Y, seguramente, también es parte de ese panorama futuro, el momento deseado: quiero que esto sea una realidad un mes antes de mi jubilación…o el próximo año.

La probabilidad de que esto ocurra sin hacer nada, contemplando – como decían los filósofos – fluir el río de la vida, siendo espectadores de nuestra propia vida, es bajísima.

Pensar así es lo mismo que haber renunciado a todos esos deseos. Y haberlo hecho ya en este momento.

“El futuro se elige” está muy conectado con esa otra verdad de que “la suerte se busca”. El gran Picasso explicaba que trabajaba tantas horas para que, “cuando me llegue la inspiración, el sublime momento en que el arte se nos aparece… me encuentre trabajando”.

Volviendo a las carreras profesionales en las empresas comerciales, uno de los medios para poder diseñar mi futuro, su contenido y sus plazos, es cursar un MBA.

Desde luego, no cualquier MBA. En algunos países han aparecido como los hongos, “centros”, que dicen ofrecer MBA.

Un MBA exige siempre una inversión de dinero y de tiempo, especialmente si se va a interrumpir, al menos parcial o temporalmente, un trabajo que ya se está desarrollando.

Por eso se trata de una decisión muy relevante.

 

Nuevo llamado a la acción

 

Las dos preguntas previas serían:

1º La escuela que lo ofrece: ¿Quién la promueve? ¿Quiénes son? ¿Qué personas componen su claustro de profesores? ¿Cuál es su metodología de trabajo? ¿Ofrecen más programas?
Y, lo que es más importante: un MBA es un posgrado, es decir, un complemento de una carrera universitaria.
La clave de una buena Escuela de Negocios que propone un MBA es saber qué universidades la avalan y recomiendan.
Este apoyo, o, cuando no se tiene, la falta de respaldo, es lo que distingue los MBA de prestigio, en los que vale la pena invertir nuestro tiempo y nuestro dinero, de los que no.
De este modo, están desapareciendo las “escuelas” hongo para que queden sólo las verdaderamente profesionales, las que tienen prestigio propio que se lo dan a sus alumnos cuando acceden a la graduación del MBA.

2º La segunda es: ¿Qué me aporta un MBA en este momento de mi vida profesional?
Y a esa reflexión responde el título de este comentario.
Un MBA proporciona fundamentalmente “velocidad”.
Y, también podríamos decir que “solvencia”: probabilidad mayor de que las decisiones que voy a tomar sean acertadas.
Tomar decisiones es un “deporte de riesgo”. Por eso muchos, en la empresa, la política, las organizaciones sociales, incluso en la vida personal, no se atreven a hacerlo.
Darle una patada a un balón es sencillo, mecánico, natural. Atravesar un campo de juego, sortear a los otros jugadores, y marcar un gol, no tiene nada de fácil. Hay que aprender y luego entrenar.
En los MBA se entrena una y otra vez a tomar decisiones somo las que luego nos pedirán en la gestión diaria de nuestras empresas.

Algunas razones para cursar un MBA podrían definirse como sigue:

 

1. Estéticas.
No son las más importantes, y sólo por estas no invertiríamos en un MBA, pero sin duda son muy relevantes como parte de la “fotografía” de un profesional.
Y esto en dos situaciones,

Internas: cuando una empresa revisa su equipo directivo ante relevos, o nuevas necesidades de gestores para actividades de expansión, la graduación MBA destaca como un faro en el Curriculum Vitae de esas personas.
Todas las empresas saben lo que significa, lo que le ha supuesto al profesional que lo ha completado y, como decíamos, lo que puede esperar de él: más velocidad en el aprendizaje, más experiencia en tomar decisiones, y más solvencia, al haber recorrido en el posgrado las principales actividades – todas ellas – que componen la gestión de los negocios: Contabilidad y Finanzas, Comercial y Marketing, Recursos Humanos, Macroeconomía y entorno, etc..

Externas: una empresa que busca en el mercado profesionales de los que no dispone, sea filtrado previamente por un “head hunter”, o, simplemente por el conocimiento del sector y la competencia, reconocerá en esos candidatos, una más fácil adaptación a sus posibles nuevas responsabilidades, y también a la cultura de la empresa, si tiene una graduación MBA.

2. De versatilidad.
Cuando desde la universidad – y a veces sólo desde la experiencia personal – saltamos a asumir responsabilidades de gestión de los negocios, lo que sucede normalmente es que nos especializamos.
Esto lo da el puesto que nos ofrecen, o la mayor facilidad que tenemos, o, simplemente, nuestros gustos y preferencias.
Un MBA que transita por todas las áreas de la empresa, tomando decisiones – sin riesgo, estamos en la universidad – en todas las tareas de la compañía, está habituado a entender el lenguaje, los criterios y los problemas que se plantean a todos ellos.
Esto es la velocidad. Un comercial con un MBA asistirá, sin perderse, a una reunión de Finanzas, o de Recursos Humanos.
Y casi seguro se atreverá a intervenir. Y con mucha probabilidad aportará ideas interesantes.
Lo mismo podríamos decir de todos los “especialistas” que, a través del recorrido del MBA, terminarán entendiendo, reconociendo y hablando las distintas lenguas de la empresa.

3. Operativas.
Además de su contribución (positiva, práctica, útil, interesante) a los trabajos de los equipos de gestión, un MBA puede “crecer” en la empresa, asumir nuevos retos y responsabilidades…aunque no sean de su especialidad original.
Un especialista puro, no. O mucho más difícilmente.
Tiene que volver a empezar de nuevo, y en los negocios no suele haber tiempo para eso.

4. De motivación.
En una carrera profesional larga, es muy frecuente que las personas “se aburran”.
En este S. XXI, tan dinámico, no cabe esperar que los profesionales se mantengan en un mismo puesto y tareas muchos años.
No lo querrán las empresas y sus gestores, pero es muy improbable que ellos sí lo quieran.
Un MBA permite que las personas “se planteen” cambiar de actividad cada cierto tiempo. Y esto, dentro de la misma empresa, o cambiando, incluso, de sector.
Hay magníficos ejemplos de equipos gestores de éxito que provienen de carreras, incluso largas y exitosas, en otro sector.
Escribimos, para el MBA, el caso de una empresa aseguradora con una crisis financiera prácticamente sin solución cuyo equipo directivo fue cambiado, aproximadamente, en la mitad de sus componentes.
El nuevo CEO llegó de una multinacional de “snacks”, aperitivos y similares. El financiero – para una empresa financiera, como es una compañía de seguros – aterrizó desde una empresa de alimentación, café y chocolates, el responsable de marketing vino de una empresa de construcción e ingeniería civil.
Todos ellos tenían un MBA en distintos países y escuelas. Parece razonable pensar que eso ayudó a un durísimo y exitoso reflotamiento de la empresa en ocho años y su posterior integración en un grupo líder europeo.

5. De felicidad personal.
Hace no tantos años este argumento habría resultado, cursi, o improcedente, o irrelevante.
Hoy sabemos que gestionan mejor las personas que son felices en su actividad profesional.
Estar en el “puente de mando” de un gran barco, no importa si en la primera, segunda o tercera fila, pero junto al capitán, sabiendo cómo y por qué toma las decisiones, ayudándole con nuestro criterio, no es lo mismo que trabajar en las calderas donde la perspectiva es limitada, hoy y hacia el futuro.

 

Nuevo llamado a la acción

 

Rafael de Lecea 18/09/2017